La humanidad no está lista para el voto electrónico

La humanidad no está lista para el voto electrónico
¿Voto electrónico? Todos sabemos lo laborioso que es una jornada electoral a gran escala. Imprimir millones de boletas, instalar miles de módulos para votar, contar uno por uno los votos, sumar los miles de conteos hechos, transportar y archivar las boletas y actas para al final elegir a un ganador. Sin embargo, hasta ahora es la manera más sencilla y confiable que hay en la tierra de organizar unas elecciones.

La humanidad ha desarrollado montones de tecnologías que usan criptografía súper avanzada, bases de datos descentralizadas, blockchain, certificados, y más… claramente algo de esto debería poder resolver el voto electrónico ¿no?

El Voto Tradicional vs. El Voto Electrónico

El voto tradicional, con su sencillez de papel y lápiz, ha sido la columna vertebral de las democracias durante siglos. Su transparencia radica en su simplicidad: marcas, depositas y cuentas. Sin embargo, en un mundo donde las transacciones bancarias, las comunicaciones y hasta las citas amorosas se han digitalizado, ¿por qué no el voto?

El blockchain, a menudo asociado con criptomonedas, es esencialmente un libro de registros digitales. Cada voto se convierte en un bloque en una cadena, transparente pero anónimo. Una vez que se registra un voto, alterarlo sería prácticamente imposible sin cambiar todos los bloques anteriores. Esto podría ser la solución al dilema del voto libre y secreto en el ámbito digital.

¿Podemos Confiar en la Tecnología?

Aquí radica el desafío principal. Aunque el blockchain es transparente y, en teoría, seguro, la integridad del sistema en sí es crucial. ¿Cómo garantizamos que el software y el hardware que registra nuestro voto no han sido manipulados? El código abierto, donde el software es visible para todos, podría ser una solución. Sin embargo, incluso con miles de expertos revisando el código, la confianza en el sistema es esencial.

Escrutadores de votos de mexicanos en el extranjero en 2018, fotografía de Milenio Diario

Una de las bellezas del voto tradicional es que cualquiera puede supervisarlo. No necesitas ser un experto en tecnología para contar votos en papel. Puedes ser tú, tu amigo del bar, tu tatarabuela, un abogado, un médico, un ingeniero, un campesino… cualquiera puede participar, entender cómo funciona un voto y verificar, por su propia cuenta, el resultado de una elección. Ni siquiera necesita una calculadora. Aunque se implementen mecanismos de cifrado o autenticación, no hay manera de que alguien que no tenga los conocimientos técnicos pueda entender y confiar con toda certeza en el proceso y los datos.

Con el voto electrónico y el blockchain, se necesita un cierto nivel de conocimiento técnico para comprender y confiar en el proceso. Esto podría excluir a una gran parte de la población de la supervisión electoral.

Hay países que ya lo hacen

… que lo hagan no significa que lo hacen bien.

Es imposible hacer que un sistema sea “a prueba de hackers”. Ya se ha demostrado antes, se han hackeado máquinas de votación que se han usado en Estados Unidos (y como dijeron en esta entrevista, un niño de 12 años podría hacerlo y sin conectar un solo cable), se ha hackeado el sistema de entretenimiento de los aviones, han hackeado los frenos de coches — y esto demuestra que no sólo es posible (y divertido), sino peligroso, el digitalizar todo en la vida.

Tras el huracán Sandy que azotó Estados Unidos en 2012, autoridades electorales decidieron adoptar una especie de voto electrónico como medida de emergencia. La idea es que la gente descargara la boleta, la llenara, y la enviara por email o fax (sí, fax – no es broma) para votar en las elecciones presidenciales. Obviamente, siendo un sistema improvisado estuvo rodeado de montones de inconsistencias, cuestionamientos y descontentos. Hoy en día aún permiten votar vía correo postal, pero sinceramente creo que es la peor idea que pudieron tener la vida — a todas luces viola los principios primordiales de una votación.

Estonia es un país que ya implementó el voto electrónico por Internet desde hace años, y se considera pionero en ello. Su sistema debutó en 2005. En 2011 se puso en duda la integridad y seguridad del sistema. Después del incidente, implementaron medidas de verificación en 2013 y publicaron el código fuente ante la presión de la sociedad civil. Investigadores y expertos en seguridad han criticado fuertemente la implementación desde un punto de vista técnico, mencionando problemas como la dificultad de verificación, la falta de transparencia y, sobre todo, lo fácil que puede ser manipular los servidores donde se reciben los votos. Obviamente, el gobierno de Estonia ha preferido ignorar las recomendaciones y continúa expandiendo el voto electrónico. Hasta ahora se desconoce si han tenido incidentes, y si los hubiera no hay manera de enterarse.

Hacia el Futuro: Pasos a Seguir

El voto electrónico, potenciado por blockchain, tiene un potencial revolucionario. Pero para que sea una realidad global, necesitamos:

  1. Educación: La población en general debe comprender cómo funciona la tecnología para confiar en ella.
  2. Transparencia: Los sistemas de votación deben ser abiertos y accesibles para su revisión.
  3. Pruebas Rigurosas: Antes de su implementación a gran escala, los sistemas de voto electrónico deben ser probados exhaustivamente para garantizar su seguridad.

Mientras que el voto electrónico y blockchain tienen el potencial de transformar las democracias, la transición no será sencilla. La confianza, la educación y la transparencia serán esenciales para garantizar que este cambio sea para mejor. ¿Crees que podemos convertir en cultura general lo necesario para confiar en el voto electrónico?

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